En la medida en que nuestros estudiantes crecen, la indagación, la investigación y la imaginación se tornan primordiales y sus procesos se complejizan, al igual que las herramientas y materiales de trabajo concretos. Así, continúan conociendo de forma práctica y relacional un sinfín de mundos, habilidades y posibilidades: historia, gestión emocional, artes, movimiento y expresión corporal, matemáticas, autoconocimiento, biología, trabajo colaborativo, geografía, consciencia plena, literatura, educación financiera, respiración y alimentación consciente, innovación, física, solución de problemas e improvisación, robótica, consumo y hábitos sostenibles, química, estudios culturales, autocuidado, cuerpo y sexualidad, entre otras miles de cosas que cobran sentido en su vidas y facilitan la búsqueda de su propósito vital, el cultivo de la intuición y de sus vínculos vitales: consigo mismo, con sus allegados, con la naturaleza, con su territorio y con la sociedad.